martes, 11 de marzo de 2014

Jíbaros, ahora en televisión



Parece que las viejas disputas territoriales entre vendedores de hierba quedaron a un lado. Ahora los expendedores encontraron un nuevo escenario de batalla: los comerciales de T.V. 





Desde que empezó la legalización de la marihuana, los hospitales de varios condados de Nueva Jersey han reportado un descenso en el número de pacientes con heridas de bala que ingresan a sus salas de urgencias.

De acuerdo con la más firme de las hipótesis que manejan las autoridades para explicar el fenómeno, la disminución obedece a que las disputas entre los expendedores de hierba locales, ahora se resuelven en el espectro electromagnético y su arma más poderosa es la creatividad.

El más reciente de estos golpes lo asestó un colectivo de jíbaros legalizados que se autodenomina Marijuana Doctors. Se trata de un comercial para televisión (en el cual astutamente nunca se muestra la bareta) en el que los anunciantes destacan los riesgos de comprarle mercancía a sus rivales que aún siguen inmersos en la ilegalidad.

Esta nueva lucha ha significado una bonanza para los creativos publicitarios (por tradición clientes de los jíbaros, ya sea de los legales o de los ilegales) y una debacle para la industria armamentista que ha padecido un dramático descenso en la venta de sus Mini Uzis, subametralladoras, chalecos antibalas y todo su portafolio de productos.

El trabajo que antes hacían los sicarios en las esquinas, ahora lo hacen equipos de producción en los estudios, en los cuales la bareta ya no solo se fuma en los recesos de grabación sino que es la gran estrella frente a las cámaras.

Esta experiencia internacional nos demuestra lo que por años han dicho los analistas medianamente sensatos, que la prohibición es la que hace a la marihuana peligrosa; por lo que se puede deducir que la legalización es la fórmula mágica para disminuir la criminalidad, aumentar la tributación y ponerle oficio a los ociosos creativos de la publicidad, que por fin trabajarían en lo que realmente les gusta.

Pese a la contundencia de las estadísticas, en Colombia deberemos conformarnos varios años más comprándole la hierba a un ñero en bicicleta, llenándole los bolsillos a un traqueto y viendo como nuestros publicitas en vez de hacer plata con la droga, se la gastan en ella.

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