miércoles, 10 de diciembre de 2014

Amigo fumón, ya no pueden encanarlo por llevar encima un buen moño

La Corte Suprema de Justicia determinó que los marihuanos pueden portar una cantidad muy superior a la dosis mínima si esta es para el consumo propio. Además regañó a tombos y rayas por judicializar consumidores y los mandó a perseguir a los verdaderos delincuentes.



La próxima vez que los tombos lo cojan cargado, no tiemble; simplemente recuerde el nombre de John Henry Montoya Bustamante. John Henry no pertenece a la oficina de Envigado y ni siquiera maneja una moto de alto cilindraje, por el contrario este joven antioqueño es uno de los más grandes próceres de la marihuanidad colombiana.

La heroica historia de este noble fumón empezó cuando dos amurados policías lo sorprendieron con 52 gramos de marihuana (más de la dosis mínima, que es 22 gramos) y decidieron judicializarlo con ayuda de un desocupado fiscal, de esos que dejan de investigar casos de homicidio y prefieren empapelar a un marihuanero de barrio.

Tras un canazo y un engorroso juicio, la Corte Suprema de Justicia salió en defensa de Montoya Bustamante y dictaminó que el joven es inocente, pues según el alto tribunal, el hecho de portar una cantidad superior de la dosis mínima de marihuana no constituye un delito.

Es aquí cuando el nombre de John Henry se convierte en un hito para los fumones colombianos, pues en su fallo la Corte da a entender que el marihuanero se puede aprovisionar para todo un mes sin temor a ser perseguido como delincuente, ya que para encarcelar a alguien por porte de bareta tiene que demostrarse que esta no es para consumo propio.

Además de eso, gracias a este agremiado injustamente preso la Policía y la Fiscalía recibieron un fuerte regañó de la Corte, que les ordenó dejar de perseguir y maltratar a los consumidores y los mandó a capturar a los "verdaderos traficantes de narcóticos".

Pese al sacrificio de John Henry y al histórico fallo judicial, recuerde, querido fumón, seguir las reglas del buen marihuano, pues siempre existe la posibilidad de terminar en un calabozo por un tombo enamorado.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Carta abierta de unos fumones al presidente Santos


Señor presidente.

Usted, que no pierde oportunidad para darle una buena olfateada a un bloque de corinto fresca y recién incautada, puede entender más que nadie que los marihuaneros de este aromático país tenemos el potencial para solucionar algunos de los problemas de Colombia. Por eso le remitimos estas humildes reflexiones surgidas al humo de unos cuantos baretos.


Aunque los más godos reaccionen a estas observaciones con frases tan originales como “se la fumó verde”, la primera verdad de a puño que usted debe saber, de todas las que incluimos en esta misiva, es que los fumones de la nación podemos ser una fuente importante de ingresos para el Estado. Muchos ingresos, porque la deliciosa hierba de este país se vende como pan caliente y gravar con un pequeño impuesto al moño significaría miles y miles de millones para las arcas nacionales.

Como usted mismo lo dijo al manifestar su apoyo al proyecto de ley que busca la legalización de la marihuana medicinal, “es una forma de comenzar a sacar (el negocio) de las manos de los criminales”. Y ese comienzo debe terminar en lo más obvio: la legalización para uso recreativo (el distrabe), pues todos sabemos que la marihuana con fines terapéuticos es apenas una pequeña parte del gran mercado nacional de la bareta.

Además de este argumento técnico, que en este periodo fiscal de vacas flacas a usted le cae como anillo al dedo, existen otros que seguramente lo llevarán a darle fuego al debate de la traba legal.

Para empezar, se aumentaría la seguridad, pues los agentes de la ley (entiéndase tombos, rayas, soldados etc.) que actualmente utilizan su tiempo y los recursos estatales para perseguir inocentes muchachos en parques y calles, ahora podrían dedicarse a combatir criminales de verdad.

Imagínese además, señor presidente, que Wílder Medina podría jugar sin restricciones ni temores en su amado Santafecito. Súmele a esto que crecerían las ventas callejeras de helados y bebidas refrescantes, lo que en términos del Dane significa más puestos de trabajo.

Por otra parte, doctor Santos, las salas de urgencias se descongestionarían, pues ya no habría jíbaros apuñalados y tiroteados en las vendettas de los microtrafiacantes de barrio. También bajaría el aforo en las cárceles.


Y para terminar de convencerlo, estimado Juanma, tenga en cuenta que la marihuana causa amnesia a corto plazo y tiene efectos relajantes, lo que es perfecto para su política de perdón y reconciliación.

Cordialmente
Un par de fumones locales.

viernes, 15 de agosto de 2014

Aventura canábica en la Copa del Mundo

Revista Canábica envió un reportero a Brasil con el único fin de que se trabara en el máximo evento deportivo del planeta. A paso de buen marihuanero, el artículo solo estuvo listo un mes después de la final del Mundial, pero valió la pena esperar por este distrabado relato de hierba y fútbol en la tierra de la samba.
James cobra el tiro de esquina mientras el sapo de la Fifa busca al fumón en la tribuna del Mineirao.
Primera Entrega
Lo que más me preocupaba antes de viajar al Mundial era la marihuana. Mientras el resto de los más de 70 mil colombianos que fuimos a Brasil se ocupaban en conseguir boletas para los partidos, averiguar hospedajes y cotizar pasajes, yo solo pensaba en la manera de lograr mi gran objetivo mundialista: que la hierba no me faltara durante ese largo mes que duraría la Copa del Mundo.
La primera solución que encontré fue la clásica salida del burro colombiano cuando viaja al exterior: llevarme un moñito apenas lo suficientemente grande como para aguantar el amure de los primeros días, mientras aprendía a hacer la vuelta de la maconha (como llaman los brasileños a la hierba) en el país de Mané Gallina y Zé Pequeño.
Después de fumarme un baretote, tomé mi maleta, me metí el moño en los calzoncillos (los que llevaba puestos, desde luego) y me fui al aeropuerto ElDorado para afrontar un par de vuelos que sumaban unas ocho horas. Los controles de migración, los detectores de metales y las requisas -incluso con perros policías- no fueron rival para embarcarme en el avión, que iba repleto de colombianos, muchos de los cuales, me imagino, también llevaban sus propias dosis personales escondidas en alguna parte de su intimidad.
El vuelo no tuvo complicaciones. El porro que me fumé y la tranquilidad de haber coronado lo mío me ayudaron a dormir casi todo el trayecto. Una vez en Rio de Janeiro, me encontré con un país que estaba en modo Copa do Mundo, por lo que sus ciudadanos y hasta sus autoridades se mostraban extremadamente hospitalarios, es decir, no hubo requisas ni rayos X, lo que me hizo lamentarme y pensar: “pude haber traído hasta media libra”.
Fumando en el país mais grande do mundo
Ya con los pies en suelo brasilero y el moño en mi poder, llegó otra parte complicada de la traba en el extranjero: la fuma callejera. Tenía una casa solo para mí y mis acompañantes, lo que significaba que había un lugar tranquilo para fundir, pero yo quería saber cómo era una carburada en el espacio público del país más grande de Suramérica.
Primero probé echarme unos plones con mi pipa frente al mismísimo Maracaná, en donde habíamos hecho una parada para la foto obligatoria, antes de emprender camino a Belo Horizonte, lugar en el que Colombia jugó su primer partido.
Yo esperaba encontrarme con un paisaje similar al que pintan Ciudad de Dios o Tropa de Élite, lleno de tombos y negros en chancletas que venden y fuman sin control, pero me topé con decenas de personas que practicaban todo tipo de deportes frente al estadio más famoso del país (y tal vez del continente y del mundo) y que no se alarmaron al sentir la pisca de mi bareta colombiana.
El Maracaná de noche, escenario de los primeros porros callejeros del autor en Brasil.
Ya ploneado, abordé el bus rumbo a Belo Horizonte. De entrada, la capital del estado de Minas Gerais ofrece un paisaje interesante para el fumón: al salir de la terminal de transportes el viajero se encuentra con un barrio viejo y lleno de habitantes de la calle, lo que en cualquier lugar del mundo significa que se puede conseguir moño. Pese a esto, yo tenía lo suficiente para sobrevivir un par de días, entonces me fui directo al estadio a vivir mi primer partido mundialista. 
Una traba tipo Fifa
Las normas Fifa exigen que los días de partidos las vías aledañas al estadio se cierren para los vehículos, por lo que era necesario caminar casi un kilómetro para llegar al Mineirao. El camino parecía un auténtico paisaje futbolero colombiano: miles de personas con camisetas amarillas tomaban aguardiente y entonaban canciones a la Selección, vendedores de sombreros vueltiaos hacían su agosto y uno que otro adolescente barrista retacaba para la boleta. Todo evocaba la patria, todo menos ese particular olor a hierba que solo nosotros sabemos imprimirle a nuestros partidos de fútbol. Nadie fumaba, no había nubes de humo en el cielomineiro.
Mi experiencia de fumón futbolero colombiano me ha enseñado que para entrar a un estadio hay que someterse a exigentes y humillantes requisas, por eso el moño encontró refugio otra vez en mi ropa interior antes de afrontar los controles de la entrada. Pero ni siquiera me esculcaron: solo un detector de metales se interponía entre el hincha y el estadio. Otra vez, me dije, “pude haber traído media libra”.
Ambiente colombiano en el Mineirao, solo faltaron las nubes de humo de hierba.
No sé si fue la euforia mundialista o el ambiente de gradería colombiana lo que me llevó a proponerle a dos amigos burros que lo pegáramos aún con los gorilas de la Fifa dispuestos a neutralizar a cualquiera que afectara al espectáculo. Al principio hubo miedo por lo que pudiera pasar, pero después de entonar el himno nacional casi hasta llorar, me decidí: tenía que fumarme un bareto.
Pegarlo fue fácil, pues estaba con un parche de unas 15 personas (de las cuales apenas tres éramos fumonas, las demás nos alcahueteaban) que me hacían la cortina perfecta para el armado. Ahora venía lo más complicado: la carburada.
Antes de que siquiera pudiera sacar mi encendedor, Pablo Armero anotó el primer gol y la euforia fue total, el escenario era perfecto para unos plones. El humo y el olor a bareta se mezclaron rápidamente con los abrazos, los gritos y las celebraciones de mis compatriotas, pero el partido reinició, la gente se sentó y el porro seguía humeando.
Colombianos, brasileros y agentes de seguridad de la Fifa notaron por igual que alguien fumaba en la gradería. Pero fue una paisana, que por cierto se veía poco futbolera, la primera en alarmarse y en decir al viento -como quien quiere denunciar algo sin boletearse- "Huy, huele a marihuana".
De inmediato un señor al que nunca había visto en la vida, pero que por su aspecto parecía un veterano de los estadios, le respondió diciéndole: "Así es en Colombia, dejé a los muchachos tranquilos que están viendo fútbol". Eso fue suficiente para terminarme mi porro sin preocuparme por sapo alguno de cualquier nacionalidad.
Desde ahí todo fue perfecto (más perfecto que antes, aunque suene raro). Trabado vi como la selección de mi país ganaba por primera vez en la historia de los mundiales un partido con una diferencia de 3 goles; además, en mi poder quedaba otro moñito, apenas lo suficientemente grande como para un calillo durante la caminata que debía realizar al salir del estadio.
Mientras me fumaba ese último porrito en las inmediaciones del Mineirao, muchas cosas rondaron mi cabeza: contaba la satisfacción infinita de haberme trabado en un estadio mundialista (todo un triunfo para un burro que gusta del fútbol), pero ya casi no me quedaba moño y aún tenía todo un mundial por delante, lo que significaba que tenía que conseguir hierba. Había llegado la hora de la verdad: mi marihuanidad y mi capacidad para pronunciar la palabramaconha se ponían a máxima prueba.

Continúa...

martes, 22 de julio de 2014

La bareta se da la pela en el Congreso

El partido Liberal quiere permitir la marihuana con receta médica y ya aparecieron los primeros aguafiestas ¿Empezó el pulso por la legalización de la hierba en Colombia?


Juan Manuel quiere ser el Galán de María Juana. Así quedó evidenciado en la instalación del Congreso, cuando el presidente de la Comisión Primera del Senado, y líder de la bancada liberal, presentó un proyecto de ley que busca legalizar el uso de marihuana “con fines medicinales y terapéuticos”.


Lo interesante de esta propuesta es que desde ya se siente en el ambiente legislativo el pisquero de un debate a fondo sobre los diferentes usos de la aromática hierba, entre ellos el consumo recreativo.

Precisamente por eso –asegura un analista político contactado por Canábica- es que los sectores más recalcitrantes del legislativo, encabezados por el expresidente Uribe y su secuaz José Obdulio Gaviria, anunciaron oposición total a la iniciativa, la cual, según dijeron, debió haber sido formulada por “un periodista deportivo trabado”.

Según fuentes del Congreso consultadas por este medio, una de las estrategias de los liberales es conseguir que el ahora senador Uribe cambie sus famosas goticas de valeriana por ploncitos de marihuana, para que compruebe en carnita propia las bondades de la hierba más perseguida pero al mismo tiempo más amada de Colombia.

Por su parte -agrega el experto en estrategia política- el Centro Democrático utilizará sus más reconocidas armas para boicotear la iniciativa. Se dice, por ejemplo, que la cuenta de HI5 del senador Galán fue hackeada y que de la casa de su mamá desaparecieron dos memorias de Play Station II en las que tenía guardadas importantes partidas de Fifa 2013 disputadas con su hermano Claudio.

Asímismo se habla de una supuesta grabación en la que se ve a Juan Manuel Galán fumándose un bareto el pasado 29 de octubre, justo antes de escribir en Twitter: Si no soy la primera votación el 9 de Marzo, el 10 de marzo Renuncio a mi credencial!

Por fortuna para los marihuaneros, y como digno representante de la clase política criolla, el delfín no cumplió su promesa y ahora se perfila como el redentor de la fundimia colombiana. Eso sí, antes tiene la difícil tarea de convencer a Uribe y a José Obdulio de hacer de este el congreso más canábico de la historia de Colombia. 


lunes, 26 de mayo de 2014

Mano de obra marihuanera, al alza en la bolsa de empleo

El FBI requiere marihuaneros, pero esta vez sin orden judicial; los está buscando para fortalecer su equipo de trabajo. Los fumones, de moda en el mercado laboral.



Ni el FBI pudo con la marihuana. La temible agencia de seguridad gringa acaba de aceptar que necesita marihuanos en sus filas, pues los hackers no agremiados han demostrado no tener tanto talento como sus pares fumones en  la lucha contra el ciberterrorismo.

Por venir de donde viene, la medida de aprovechar el talento marihuanil antes que rechazarlo de tajo debe ser tenida en cuenta, pues quienes persiguieron durante décadas a los marihuaneros ahora quieren reclutarlos. El donkey style pudo más que las estúpidas restricciones que le prohibían a los federales contratar personas que se hubieran trabado en los últimos tres años.   

Sin embargo, el FBI no es el único que se surte de la nutrida cantera de mano de obra marihuanil disponible en el mercado, desde tiempo inmemorial ciertos oficios y profesiones se han valido del potencial marihuanero para optimizar sus operaciones.

Es así como todas las grandes obras de ingeniería, las campañas publicitarias, la correspondencia que llega a su casa u oficina, los blogs de baja audiencia y hasta los ataques cibernéticos más elaborados están mediados por la inspiración del marihuanero.

Pese a la evidencia científica e histórica que demuestra los beneficios de la marihuana en el ámbito laboral, algunas profesiones se resisten a permitir que quienes las desempeñan hagan uso de la inofensiva hierba.

Decisiones como estas en el campo del deporte nos han privado de ver en el mejor momento de sus carreras a atletas como Michael Phelps y Wílder Medina, insignes representantes del gremio que bajaron su rendimiento desde que los alejaron de la bareta.

Talentos frustrados como estos deben ser motivo suficiente para pensar en replantear las medidas que le impiden a los marihuanos desempeñar ciertos oficios, pues en un país en el que los hackers son encarcelados, los edificios se caen y la correspondencia nunca llega, no caería mal un buen king size.

lunes, 19 de mayo de 2014

¿Qué tipo de marihuanero es usted?

El universo marihuanil está plagado de diversos seres que se clasifican de acuerdo a la forma en que se relacionan con la fundimia. Canábica presenta este sencillo test, que hasta en su peor enchonche puede resolver y que revelará qué tan fumón es usted.


En términos de arquitectura…
a.    A Su lado, Rogelio Salmona es un amateur.
b.    A duras penas podría ser contratado por los del edificio Space.
c.     Sus habilidades son similares a las del menos diestro de los tres cerditos y sus obras se van al suelo con el más mínimo soplo.

Cuando le dejan la casa sola, usted…
a.    Se arma un king size, se lo fuma solo y se enchoncha el resto de la tarde frente al televisor.
b.    Llama a sus amigos para que traigan porro, tapa la rendija de la puerta con una toalla y arma un torneíto de Play pasado por humo.
c.     Llama a su novia, se la come y si le queda tiempo, cuando ella se haya ido, se traba con el moño que lleva más de tres semanas guardado en el fondo de su closet.

Cuando usted va a trabajar…
a.    Se fuma un porro bien grande para empezar el día y soportar la jornada laboral.
b.    Lleva el bareto pegado con esmero desde la noche anterior para trabarse al salir de la oficina.
c.     Evita trabarse por miedo al enchonche oficinero.

Usted adquiere su moño con:
a.    Un man al que conoce hace más de 10 años y que le da excelente calidad por un buen precio.
b.    Su amigo burro, al que llama fingiendo desinterés y le gorrea un bareto. Si este no accede, recurre al viejo “véndame una lukita”.
c.     Cualquier marihuanero o vendedor de incienso que se encuentre en la calle.

Es domingo y tiene que almorzar donde la abuela, usted:
a.    Le pregunta qué le hace falta al ajiaco y sale con la excusa de ir a comprar esos ingredientes. Después de una hora vuelve con el apetito abierto y cara de satisfacción, pero ya sirvieron y le toca comerse el ajiaco sin guascas.
b.    Busca la vieja pipa en el fondo de la mesita de noche y se echa los tres plones que le salen al hacho para poder repetir plato.
c.     No se traba antes por miedo a que cuando la viejita le agarre los cachetes le sienta el pisquero, pero de vuelta al barrio espera encontrarse a un amigo fumón para que le dé unos plones que le ayuden a hacer la digestión. 

Si le toca trasnochar antes del parcial más importante del semestre, usted prefiere
a.    Alistar cueros, marihuana y pipa, y dejarlos muy cerca del computador para echarse un plon cada vez que escriba un párrafo y pegarse un porro cuando logre terminar una página.
b.    Echarse unos ploncitos para inspirarse antes de empezar a trabajar y dejar un porro para la celebración correspondiente.
c.     Espera que alguno de sus compañeros lleve moño para gorrearle la traba, pero después se enchoncha y le toca pagar supletorio.

¿Cada cuánto acostumbra a trabarse?
a.    Antes de ver una película, de empezar un libro, de entrar a un partido, de acompañar a su novia de compras, de ir con su mamá a hacer mercado y/o cualquier otra actividad de su vida cotidiana.
b.    Cada vez que se encuentra a un amigo fumón a quien pueda gorrearle.
c.     Cuando tiene un evento extraordinario como una fiesta, un viaje o una misa de réquiem.

¿Qué tan buen armador se considera?
a.    De haber sido contemporáneo con él, fácilmente le hubiera quitado la número 10 al Pibe Valderrama.
b.    Es como un Arnulfo Valentierra: tiene mucho talento, pero rara vez lo utiliza con buenos resultados.
c.     En sus mejores días, apenas alcanza el nivel del Totono Grisales.

Respuestas
Cada respuesta que usted haya marcado en la letra a, tiene un valor de tres puntos; en la b, dos; y en la c, uno. Sume el valor de todas las respuestas y con el resultado clasifíquese en uno de estos tres perfiles marihuaniles:

Si tiene entre 17 y 24 puntos, usted es un burro viejo: marihuanero consumado, amante incurable de la hierba que no puede pasar largas jornadas sin su compañía. Básicamente, se traba antes, durante y después de todas y cada una de las actividades de su vida.

Si su puntaje está entre los 9 y los 16 puntos, considérese un marihuano promedio: A usted le gusta la hierba, y mucho; se la distraba cada vez que se le encuentra en su camino, pero podría vivir sin ella. La mayoría muestra una alta tendencia al gorreo.

Si el total es de 8 puntos o menos, usted se ubica en la categoría de fumón oportunista: Su relación con la bareta es esporádica. Acostumbra a desarrollar cierta aversión por los burros, a los que casi siempre recurre cuando quiere trabarse.

viernes, 4 de abril de 2014

A los burros les iría mejor en las pruebas Pisa

Si hubieran mandando estudiantes marihuaneros a las pruebas de solución creativa de problemas, no habríamos quedado de últimos; después de todo no hay mayor creatividad que la de un fumón amurado.


Por todos es bien conocida la capacidad que tenemos los fumones para solucionar, utilizando solamente la creatividad, problemas de la vida cotidiana relacionados con abastecimiento, ingeniería y operatividad marihuanil.
Una zanahoria usada como pipa, un simple gesto que sirve para pedirle un moño a un desconocido o un bareto pegado en hoja de biblia (ojalá de las de los mapas del comienzo, son las que tienen menos tinta) son muestra de lo que la imaginación de un marihuanero inspirado (o amurado) puede lograr.
Por eso cuando vi los resultados de la evaluación de solución creativa de problemas del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA, por su sigla en inglés), en la cual Colombia ocupó el último lugar entre 44 países, lo primero que se me vino a la cabeza fue que debimos haber mandado fumones a rendir estas pruebas.
El propósito de esta evaluación es averiguar si los jóvenes de 15 años están adquiriendo la habilidad necesaria para solventar situaciones problemáticas en el siglo XXI, y quién más indicado para ello que un burro local.
Veamos, cuando un agremiado está solo en su casa y tiene moño pero no cueros ni pipa, no desiste de su empresa ni corre al mercado de hippies más cercano: simplemente pone a trabajar su ingenio en función de la traba.
Son situaciones como estas las que convierten frutas, verduras, implementos caseros y artículos de oficina en sendos artefactos para la fundimia. Es así como el conector de una antena de T.V., el miple de una guitarra o una copa de bujía terminan transformados en sencillas y prácticamente desechables pipas.
Incluso, para los más engomados, una botella con agua y un pitillo pueden hacer las veces de un sofisticado bong, y cualquier fruta o verdura (desde una manzana hasta un pimentón) es susceptible de volverse en un fresco y aromático satélite.  
Y ni hablar de lo que es capaz de lograr el ingenio marihuanil a la hora de la adquisición de un moño. Chiflidos secretos, santos y señas y una enorme habilidad para la negociación en situaciones de extrema presión hacen parte del nutrido repertorio del burro que nunca se vara.
Por eso, señores, a la próxima evaluación de las Pisa hay que llevar un contingente de marihuaneros, que seguramente mejorarán las marcas del país y demostrarán el ingenio nacional trabándose antes, durante y después de las pruebas.

martes, 11 de marzo de 2014

Jíbaros, ahora en televisión



Parece que las viejas disputas territoriales entre vendedores de hierba quedaron a un lado. Ahora los expendedores encontraron un nuevo escenario de batalla: los comerciales de T.V. 





Desde que empezó la legalización de la marihuana, los hospitales de varios condados de Nueva Jersey han reportado un descenso en el número de pacientes con heridas de bala que ingresan a sus salas de urgencias.

De acuerdo con la más firme de las hipótesis que manejan las autoridades para explicar el fenómeno, la disminución obedece a que las disputas entre los expendedores de hierba locales, ahora se resuelven en el espectro electromagnético y su arma más poderosa es la creatividad.

El más reciente de estos golpes lo asestó un colectivo de jíbaros legalizados que se autodenomina Marijuana Doctors. Se trata de un comercial para televisión (en el cual astutamente nunca se muestra la bareta) en el que los anunciantes destacan los riesgos de comprarle mercancía a sus rivales que aún siguen inmersos en la ilegalidad.

Esta nueva lucha ha significado una bonanza para los creativos publicitarios (por tradición clientes de los jíbaros, ya sea de los legales o de los ilegales) y una debacle para la industria armamentista que ha padecido un dramático descenso en la venta de sus Mini Uzis, subametralladoras, chalecos antibalas y todo su portafolio de productos.

El trabajo que antes hacían los sicarios en las esquinas, ahora lo hacen equipos de producción en los estudios, en los cuales la bareta ya no solo se fuma en los recesos de grabación sino que es la gran estrella frente a las cámaras.

Esta experiencia internacional nos demuestra lo que por años han dicho los analistas medianamente sensatos, que la prohibición es la que hace a la marihuana peligrosa; por lo que se puede deducir que la legalización es la fórmula mágica para disminuir la criminalidad, aumentar la tributación y ponerle oficio a los ociosos creativos de la publicidad, que por fin trabajarían en lo que realmente les gusta.

Pese a la contundencia de las estadísticas, en Colombia deberemos conformarnos varios años más comprándole la hierba a un ñero en bicicleta, llenándole los bolsillos a un traqueto y viendo como nuestros publicitas en vez de hacer plata con la droga, se la gastan en ella.

martes, 25 de febrero de 2014

Alerta por peligroso coctel de mango y marihuana



Un estudio asegura que esta combinación hace más potentes los efectos de la hierba. Autoridades colombianas ya piensan en prohibir el mango y perseguir a los que insistan en comercializarlo.

Mango tommy y mango biche no son lo mismo, sin embargo estos dos frutos de la naturaleza, muy consumidos en nuestro país, podrían ser igual de peligrosos para las mentes jóvenes, aseguran las autoridades basadas en un estudio científico.
Según la investigación, hecha por la universidad de San Diego (EE.UU.), comerse un mango media hora antes de fumarse un porro, potencializa los efectos del Thc en el organismo del fumón.
Al parecer, esa información llegó a oídos del senador Juan Carlos Vélez Uribe, el mismo que se hizo famoso al contarnos en primicia a los colombianos la noticia de que 37 personas habían muerto de sobredosis de marihuana en Estados Unidos el primer día de la legalización. Este y otros padres de la patria ya presentaron proyectos de ley para prohibir o al menos reglamentar la producción, la venta y el consumo de mango en el país.
Según las iniciativas, quien le venda mango a menores de edad puede pagar hasta 10 años de cárcel, sin importar si estos se utilizan para un jugo, un flan o un porro. Además, el consumo máximo de mango por persona sería de 10 unidades al mes y quien quiera comprar la fruta deberá estar registrado en una base de datos de la Policía.
Pero la alerta no solo es por parte de las autoridades, pues padres de familia ya han mostrado su preocupación e incluso dos vendedores de mango fueron objeto de agresiones en la puerta de un colegio de la capital.
Por su parte, la Asociación Nacional de Vendedores Callejeros de Mango manifestó que las medidas prohibicionistas contra la fruta son absurdas y anunció que ya prepara movilizaciones en las principales ciudades de Colombia.
De cualquier forma, analistas políticos piensan que en algunos meses el cultivo de la fruta será ilegal en el país, y temen que se desate una ola de violencia liderada por los nacientes grupos de mangotraficantes.   
Mientras tanto, los marihuaneros seguiremos fumando bareta como lo hemos hecho toda la vida: sin utilizar mangos.

lunes, 10 de febrero de 2014

"No vote por mí": una invitación a los marihuanos

En medio de los anuncios electorales de la temporada, nos encontramos con esta joya de la publicidad política pagada repleta de marihuana y sinceridad. Disfrútela.


DISTRÁBESE EL VIDEO AQUÍ

“No vote por mí”, solo un hombre como él, curtido en la política, recordado por los escándalos de Cajanal y la Dirección Nacional de Estupefacientes, podría hacer una propuesta tan honesta y tan sincera. Además, utilizar la nefasta combinación de marihuana + niños para presentarla.
El senador Hernán Andrade, sin importarle infringir la Ley de Infancia y Adolescencia, decidió poner en televisión nacional a un grupo de menores de edad trabándose después de un partido. Todo con la única intención de vender sus ideas políticas y promover, extrañamente, que no voten por él.
Desafortunadamente, los mayores afectados con esta propaganda repleta de godarria, son los niños que aparecen en ella.
Fuentes cercanas a Canábica aseguran que uno ellos es apodado ‘marihuano’ en su colegio y que el abuelo de otro sufrió un infarto al ver a su nieto fumando bareta en televisión. ¿Dónde estaban los padres de esos niños cuando les dieron marihuana y los grabaron?
Por otra parte, el que sí debe estar muy agradecido es el señor Ramo por la propaganda que le acaban de hacer, porque aceptémoslo, el Chocoramo o casi cualquier producto de la familia (menos los Panderitos cuando ataca la seca) son perfectos para la monchis.
Además de eso, hay que destacar el trabajo de la producción, pues la dotación de la lonchera es perfecta para un marihuanero: la manzana, para hacer el satélite; el Tampico para la seca y el ponquecito para la melona.
Esto nos lleva a pensar que los productores hicieron una muy buena investigación, solo así se explica que conozcan con tanto detalle las costumbres marihuaniles y hayan elegido la legendaria combinación de fútbol y hierba para vender su idea. Claro que lo hicieron al revés, porque la regla manda que primero se traba y después juega. También está al revés hacer una propaganda para pedir que no voten por él.
Aunque no sabemos exactamente de qué se trata, podemos estar seguros que la invitación del señor Andrade será cumplida al pie de la letra por todos nuestros seguidores; no porque tengamos esa capacidad de influencia, simplemente porque nuestros lectores prefieren trabarse y jugar fútbol un domingo antes que salir a votar.

martes, 4 de febrero de 2014

Inmunidad presidencial para amar la hierba


El hombre más poderoso del mundo, el que maneja la primera economía del planeta, el comandante del mejor ejército del orbe y quien aparece todos los días en los medios de comunicación, es marihuanero.
Se trata de Barack Hussein Obama, el primer presidente negro de la historia de Estados Unidos y quien prometió cerrar Guantánamo, acabar las guerras y hacer un mundo más justo. Sin embargo, lo único significativo que ha pasado en sus años de gobierno ha sido la legalización de la marihuana con fines recreativos.
 A Obama el simple hecho de ser negro y presidente le ha significado cosas como un Nobel de la Paz, pero también le ha dado la patente para hablar sin temores ni restricciones sobre la hierba madre.
Esto se evidencia en cómo han evolucionado su discurso y su posición frente a la bareta durante su mandato: antes de ser presidente, aceptó que había fumado; cuando fue elegido, dijo que perseguir a los fumones no era una de las prioridades de su gobierno; ahora, seis años después de iniciada su presidencia, acaba de declarar que la hierba es mejor que el alcohol y el tabaco juntos.
 Además de todo esto, en realidad lo más importante que ha hecho es, aunque suene extraño, no hacer nada. Al mejor estilo marihuanero, Barack Hussein se fumó un porro, se relajó, se hizo un lado y se distrabó el debate sobre la legalización de la traba en su país sin involucrarse; esta inacción se convirtió en un guiño presidencial para los amantes del porro recreativo.
Gracias a la vista gorda de los ojos rojos de Obama, Colorado y Washington ya le venden marihuana a los agremiados locales de forma legal. Entre tanto, otros estados esperan hacer lo mismo próximamente.
Pese a este logro, no se puede pensar en Obama como un simple fumón, pues ante todo es el presidente de los Estados Unidos, lo que lo convierte en un negociante astuto y calculador, y por eso ya está pensando en la manera de blanquear los miles de millones de billetes arrugados de bolsillo de marihuanero que los expendedores legales acopian en sus locales porque el sistema financiero no está preparado aún para recibir capitales bareta. No hasta que un presidente fumón y ambicioso decida suavizarles la traba a los colinos y ponerle impuestos a la fuma.